Has sido siempre un estímulo para mí.
Así ha sido desde aquella mañana de agosto, de hace casi seis años, cuando me anunciaron que mi hijo Alvaro había nacido con Síndrome de Down. Desde entonces, he observado tus correrías en el patio, he visto cómo jugabas a fútbol, al balón prisionero, aprendías a patinar…Y me has hecho reír a carcajadas con tus ocurrencias.
Me has recordado que, por encima de todo, los niños con S.D. sois sobre todo eso, niños. Niños que juegan en el patio, hacen amigos, disfrutan aprendiendo cosas nuevas… Lo más normal del mundo, vaya.
La triste burocracia educativa dice que tienes que cambiar de colegio. Te derivan a otro centro para cursar la ESO, donde sí cuentan con un aula específica que atenderá “tus necesidades especiales”.
Y yo no dejo de observarte, a ti y a tus padres, permanentes luchadores que no cejan en su empeño de que puedas seguir en tu cole con tus amigos “de toda la vida”. Ellos, también son un estímulo para mí y para todos los padres que tenemos hijos pequeños con SD. ¿Sabes por qué? Porque han abierto un camino difícil de borrar, y eso, en el ámbito de la discapacidad, es muy importante. Marcos, Carlota, Carlos, Edurne: Vuestros pasos serán nuestras huellas.
Una mamá de tu cole
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